Erase una vez un Hadita que vivía en el bosque de las Maravillas junto a otras hadas. Cuando cumplió 10 años le anunciaron que debía empezar sus clases de especialidad en Magia, para que pudiera conseguir su varita y aprender todas las cosas que un hada debe conocer.
El hada contenta se encaminó a la escuela de magia, con sus zapatitos de charol y sus alitas bien limpias. Y allí empezó a aprender diversos trucos y conjuros. Cuando hubo transcurrido un año le comunicaron que debería pasar a hacer un examen práctico para obtener su ansiada varita que le facilitaría la vida.
El día del examen el Hadita se puso muy muy nerviosa, las alitas le temblaban y los zapatitos de charol no querían seguir andando hacía la escuela, ella les pedía “Venga, unos pasitos más y todo habrá pasado”. A duras penas llegó a la escuela. Cuando la llamaron para hacer su conjuro al Hadita casi se le atragantan las palabras, la lengua se le enrollaba de un lado a otro, no consiguió decir nada coherente, solo supo imitar el croar de una rana. Las Brujas Examinadoras rieron sin parar y entre las carcajadas dijeron “No Apta”. El corazón de nuestra hada dejó de latir por unos instantes, para luego empezar de nuevo a palpitar a un ritmo muy muy lento.
El hada salió sollozando de la escuela, pensando que nunca obtendría su varita, que la tacharían de tonta, que no valía tanto como los demás creían y que ahora tendría que aprender hacer las cosas como los humanos, con las manos.
De camino a casa los zapatitos la pesaban mucho más de lo normal y las alas... las alas estaban empañadas… Aún así cuando llegó a casa se encontró con su familia y sus amigos que la dieron un fuerte abrazo y la dijeron: “Tranquila Hadita, otra vez será, nosotros te queremos igual, porque sabemos como eres, no eres un Hada porque tengas una varita, eres un Hada por lo que hay aquí dentro, en tu corazón.”
El siguiente año fue muy intenso para nuestra Hadita mientras las demás Hadas, ya con su varita, hacían sus tareas en un abrir y cerrar de ojos, en un leve pestañeo, ella tenía que dedicarle toda la mañana para conseguir un óptimo resultado. Las demás hacían las cuentas en un aleteo, mientras ella tenía que utilizar los dedos de las manos e incluso de los pies. Además tenía clases extras para intentar obtener su varita… Terminaba exhausta, se metía en la cama y caía rendida en un profundo sueño en donde ella ya tenía la varita.
Los días pasaron lentos y rápidos al mismo tiempo, atendiendo al capricho del Señor Tiempo. Pero el día del examen llegó. Nuestra Hadita con sus zapatos relucientes y su mejor sonrisa llegó al aula saludo a las Brujas Examinadoras y esperó órdenes.Las examinadoras la dijeron: "queremos que nos ejecutes el conjuro de kalaski, si es que sabes decir esa palabra claro” Hadita no tomó en cuenta estas últimas palabras y cogió la varita que la dejaron. El conjuro que le habían mandado era de los más difíciles en ejecución y concentración, requería habilidades motrices muy precisas, como las que tiene un cirujano o un pintor y un nivel de abstracción máximo, pues un simple despiste de milésimas de segundo la harían fracasar en su intento. Pero Hadita ejecutó un conjuro perfecto, de matrícula, sin duda era la Hadita más aventajada de la escuela. Las Brujas Examinadoras, nada más terminar la dijeron “Eres la primera Hada que pasa este conjuro a tu edad, ¿Cómo lo has conseguido?” Hadita les miro y les dijo, “En realidad es gracias a vosotras". “¿Cómo?” – dijeron las Brujas Examinadoras, “Si, este año que me he pasado sin varita he tenido que hacer todo con mis propias manos, tenía que hacer copias de manuscritos interminables en muy poco tiempo y las cuentas más difíciles utilizando mis dedos y sin distraerme porque sino me llevaría el doble de tiempo, pero sobre todo descubrí que aunque esta vez fallará mi familia y mis verdaderos amigos me estaría esperando de nuevo con los brazos abiertos diciendo: no te preocupes Hadita, la próxima vez será, nosotros te queremos igual”