domingo, 16 de febrero de 2014

Aquel secreto

Al final de la calle pudo intuir su figura, la adrenalina y la dopamina invadían su mente como ríos en época de crecida, ¿casualidad? ¿causalidad?.
La vista se le niebla, se le seca la boca, pero ¿qué extraño poder tenía sobre él?
En la intersección del espacio y el tiempo, ella mira sorprendida, él se siente nervioso, nostálgico y asustado. Cruce de saludos incómodos, besos al aire, recuerdos para las familias y sendos "me alegro de verte", un tanto fríos para dos personas que compartían aquel secreto.
Tal vez fuera mejor así, tal vez así nadie sospecharía de ellos, tal vez hay sentimientos y recuerdos que es mejor guardar.

domingo, 9 de febrero de 2014

En la Estación


Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

El tren pitaba en la estación y ella corría, subió las escaleras mecánicas a toda prisa, aún así cuando llegó arriba lo hizo justo a tiempo para ver desaparecer el tren. Exhausta, no llegó al banco de piedra, dejó caer su cuerpo en el suelo, encontrando el asiento en las frías baldosas. Y de repente su rostro se lleno de lágrimas.

Desde el otro lado del andén un chico había observado la carrera olímpica de esta chica y ahora veía como se derrumbaba. La miraba tratando de imaginar que podía pasar para que aquella chica llorara porque había perdido un tren. A él le había dado rabia perder el suyo  y más aún al leer que el siguiente pasaría en 20 minutos, pero tanto como para llorar...

No podía dejar de mirar a aquella hermosa mujer, sentía una enorme curiosidad por saber lo que le había sucedido, a lo mejor iba a un entierro, tal vez su hijo iba en el tren y se fue sin ella o un asesino la perseguía para… miles de opciones se le ocurrían para buscar la explicación a aquel lamento.

La joven no podía dejar de llorar, pero no era un llanto agitado, de dolor, era más un llanto de pena, de resignación, como cuando piensas que no podías evitar algo pero aún así te da pena.

Los azules ojos  del chico miraban fijamente la figura de aquella muchacha, pretendiendo adivinar qué pasaba, intentando encontrar alguna pista de su tristeza. “La princesa está triste, ¿Qué le pasa a la princesa?”.Murmuró. Sin darse cuenta su cuerpo se iba aproximando al otro lado de la estación, se iba aproximando más a ella para intentar resolver aquel misterio que le tenía abstraído de la realidad.

Según se acercaba pudo descubrir que tenía ante él la imagen más enternecedora de su vida, aquella súplica despertaba en él sentimientos muy profundos.

La chica no se había percatado de su cercanía, pero él ya estaba a tan solo unos pocos metros,  sus pies retrocedieron unos milímetros. ”¿Ahora? ¿Ahora que estoy tan cerca me voy a alejar? “. Pensó. Siguió andando hacia ella y cuando llegó, sacó un pañuelo, se inclinó y le dijo: “Todo pasa, mira, este tren también volverá a pasar en dos minutos, el mío tardará unos minutos más”.

La chica esbozó una leve sonrisa de agradecimiento y vergüenza al mismo tiempo y le dijo en tono dulce y afligido: “No lloro por tener que esperar otro tren, sino porque este lo he perdido. Ya no será el mismo tren, no tendrá las mismas personas a bordo, no llegará en el mismo tiempo a la estación… Todo cambia al coger uno u otro tren. En realidad estaba perdiendo otro tren más en mi vida, como muchos otros. Y se me ha ido por apenas unos segundos… como muchos otros.”

En sus palabras, en su tono se podía vislumbrar una tremenda decepción, fruto al parecer de la cantidad de trenes alegóricos que había perdido.

No se esperaba aquella contestación, en realidad no se esperaba ninguna respuesta, ¿qué le podía decir para que aquella desilusión se pasara? Comenzó a hablar sin casi reflexionar: “Pero quién te dice a ti que tu tren no fuera el siguiente. Quién te dice a ti que tú no estuvieras luchando contra tu propio destino y por eso perdieras este último tren, a lo mejor a la gente que tenías que ver esta en el siguiente tren u otro tren con otro destino o a lo mejor… ”

Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

El pitido de un nuevo tren que iba hacer la parada interrumpió el discurso del joven. La chica, con algo más de energía, se puso en pie y anunció, “ya viene mi tren. Gracias por el pañuelo, espero que tu tren no tarde en llegar”

“Gracias” dijo el chico que se quedó en cuclillas viendo como la chica se subía al tren sin mediar ninguna palabra más. Permaneció unos instantes más en esa posición, como fuera de este mundo, mirándola y con la boca entreabierta como queriendo decir algo. Sacudió la cabeza se levantó con lentitud y recorrió su camino hacia su lado del andén dejando escapar en voz muy baja, casi imperceptible, “…. A lo mejor tu tren ya estaba en la estación”.